Café de septiembre: La lactancia materna desde una mirada feminista

La lactancia materna es un tema que suscita intensos debates y opiniones variadas, reflejando las complejidades de la experiencia materna y los derechos de las mujeres. Por un lado, se reconoce ampliamente la lactancia como un derecho fundamental de las madres y sus criaturas, con beneficios tanto para la salud física como emocional de ambas partes. Sin embargo, también existe una creciente conciencia sobre la presión que algunas mujeres sienten para amamantar, independientemente de sus circunstancias personales o deseos. Esta dualidad refleja la necesidad de un enfoque equilibrado que respete tanto el derecho a amamantar como la libertad de decidir no hacerlo.

En este café abordamos el lugar que ocupa la lactancia en el cuerpo y vida de las mujeres que deciden ser madres. De una manera intencionada no hablaremos de los padres, en el caso de que se trate de parejas heterosexuales, porque si bien los cuidados de las criaturas deben ser compartidos para poder llegar a una conciliación y corresponsabilidad real, la decisión de dar o no el pecho, debe ser exclusiva de la madre; tal y como defiende uno de los lemas feministas más conocidos: “mi cuerpo, mi decisión”.

Reivindicación y Derecho a la Lactancia

La lactancia materna ha sido tradicionalmente promovida como el método óptimo de alimentación para las personas recién nacidas, respaldada por organizaciones internacionales como la OMS. Estos organismos subrayan que la leche materna proporciona todos los nutrientes necesarios para el desarrollo del bebé, fortalece su sistema inmunológico y fomenta el vínculo entre madre e hijo. Más allá de los beneficios nutricionales, la lactancia es también una forma de ejercer un derecho intrínseco: el de alimentar y cuidar a un hijo o una hija de la manera que se considere más adecuada. Este derecho debe ser protegido y promovido, garantizando que las madres cuenten con el apoyo necesario para amamantar si así lo desean.

Desde esta perspectiva, la lactancia no debería ser una fuente de tensión o conflicto, sino una opción natural respaldada por la sociedad y las políticas públicas. Esto implica la creación de ambientes que favorezcan la lactancia, tanto en el hogar como en el trabajo, mediante la implementación de medidas como espacios adecuados para amamantar, horarios flexibles y permisos parentales extendidos. Estos apoyos no solo facilitan la lactancia, sino que también refuerzan el derecho de la mujer a ejercer su maternidad de una manera que respete sus deseos y necesidades.


No obstante, la lactancia también puede convertirse en una fuente de presión social, especialmente en culturas donde se percibe como un deber materno ineludible. Algunas madres enfrentan críticas si no logran amamantar o si deciden no hacerlo, lo que puede llevar a sentimientos de culpa y a una experiencia de maternidad menos satisfactoria. En este contexto, es crucial recordar que el derecho a la lactancia incluye también el derecho a rechazarla, sin ser objeto de juicio o discriminación.

Consideramos que es primordial estar informadas y tener referentes que nos puedan ayudar y acompañar en este proceso, una de las referentes a nivel estatal es Alba Padró y te invitamos a leer alguno de sus libros como “Destete. Final de una etapa” o “Somos la leche

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El Deseo de No Dar el Pecho

Por otro lado, muchas mujeres deciden no amamantar, y esta elección es igualmente válida y respetable. Las razones para optar por no dar el pecho pueden ser diversas: desde dificultades físicas, como el dolor o la incapacidad de producir suficiente leche, hasta consideraciones personales, como la necesidad de retomar el trabajo o simplemente una preferencia individual por no amamantar. Este deseo no debe ser visto como una falta de compromiso o afecto hacia el bebé, sino como una expresión legítima de autonomía personal.

La lactancia materna, aunque beneficiosa, no debe ser percibida como la única forma de ser una buena madre y forzar la lactancia en contra de sus deseos puede ser perjudicial tanto para ella como para la criatura. Es esencial que las madres reciban apoyo en su decisión, ya sea a favor o en contra de la lactancia, y que se respete su capacidad para tomar decisiones informadas sobre su cuerpo y su maternidad.

La cultura y las expectativas sociales desempeñan un papel significativo en cómo se percibe la lactancia. En muchas sociedades, existe una presión implícita para que las madres amamanten, a veces alimentada por mensajes idealizados sobre la maternidad y la lactancia. Este tipo de presión puede hacer que las mujeres que no amamantan se sientan inadecuadas o juzgadas, lo que subraya la necesidad de un enfoque más inclusivo que reconozca y respete todas las formas de alimentar y cuidar a un bebé.

La lactancia materna es un derecho y una opción personal que debe ser respetada y apoyada en todos los contextos. Es vital que las madres se sientan empoderadas para tomar la decisión que mejor se adapte a sus circunstancias, sin presiones ni juicios externos. Lo fundamental es que cada mujer pueda ejercer su maternidad de manera libre, consciente y apoyada, sin tener que enfrentarse a la dicotomía entre lo "correcto" y lo "incorrecto" en un tema tan íntimo y personal.

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